Se dice que la vejez aporta sabiduría y, aunque esta afirmación puede ser cierta para algunas personas, no ocurre lo mismo con el ejercicio y la capacidad cognitiva, que disminuyen con el paso de los años. No todo el mundo se verá afectado de la misma forma; las personas físicamente activas, con una buena genética y que siguen una dieta sana, rinden mejor que sus colegas inactivos que fuman y comen comida rápida. No obstante, desde el punto de vista de los sistemas sanitarios, lo que importa realmente es el nivel medio de bienestar y salud de todo un grupo demográfico, así como el uso de métodos de diagnóstico prácticos y rentables.
En este blog, conocerá:
La prueba 6MWT se diseñó originalmente para evaluar la capacidad funcional/tolerancia al ejercicio físico de los pacientes con problemas cardiopulmonares (por ejemplo, enfermedades respiratorias crónicas e insuficiencia cardíaca), pero pronto encontró utilidad en personas con problemas que no eran cardiopulmonares [1]. Entre estas afecciones, se incluyen enfermedades neuromusculares complejas, como la enfermedad de Charcot-Marie-Tooth, la atrofia muscular espinal y otro tipo de enfermedades, como la fibromialgia y la esclerosis múltiple (EM) [2-5].
Dejando de lado los métodos y las herramientas de diagnóstico avanzados y específicos de la enfermedad, la prueba 6MWT es un método práctico, rentable y clínicamente probado para identificar cualquier disminución de la capacidad funcional o mejora de las posibles intervenciones terapéuticas. Este carácter global, aunque no específico, de la prueba 6MWT tiene sus pros y sus contras según la finalidad que se persiga con su uso.
Un buen ejemplo es la evaluación de la capacidad física de las personas mayores, un amplio grupo demográfico con la edad como único denominador común, con los fines de reconocer a individuos que necesitan instrucciones especiales para realizar ejercicio y de identificar de manera oportuna a aquellos que no pueden practicarlo. Por tanto, la evaluación exhaustiva no específica de la capacidad muscular y cardiopulmonar, representada a través de la distancia caminada en seis minutos, es un aspecto muy favorable de la prueba 6MWT. Pero ¿qué se considera una distancia caminada representativa en el caso de las personas mayores, tanto individuos sanos como sujetos aquejados de varias enfermedades?
No debería sorprendernos el hecho de que las distancias medias caminadas y obtenidas con la prueba 6MWT en los adultos jóvenes y sanos varíen significativamente de las de los pacientes con enfermedades cardiopulmonares o (neuro)musculares moderadamente graves, una diferencia que es aún mayor en el caso de las personas de edad avanzada. Un completo estudio, que englobaba a participantes de siete países, halló que la distancia media era de 611 ± 85 m en el grupo de edad de 40-49 y caía hasta 514 ± 71 m en el caso del grupo de 70-80 años de edad [6]. El hecho de padecer una enfermedad acortaba aún más esta distancia.
Por ejemplo, un estudio de la prueba 6MWT en pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) descubrió que las personas que sufrían una forma grave de la enfermedad y padecían problemas cardiovasculares solo habían caminado 256 ± 73 m [7]. En cambio, un grupo comparable de sujetos sanos había caminado de media 559 ± 80 m o una distancia dos veces superior [6]. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que la puntuación/distancia de la prueba 6MWT también se ve afectada por el sexo, la altura y el índice de masa corporal (IMC) del paciente [8].
En lo que respecta a la precisión de las distancias medias de la prueba 6MWT en personas mayores sanas, un exhaustivo metaanálisis de 13 estudios independientes halló que la distancia media caminada (en el caso de los hombres) era de 560 m en el grupo de edad de 60-69, de 530 m en los pacientes de 70-79 años de edad y de 446 m en el grupo de 80-89 años [9]. La disparidad entre sexos fue más predominante en el grupo de más edad (80-89 años), donde las mujeres solo caminaron 382 m (o 64 m menos que los hombres de la misma edad) [9]. Las diferencias son, claro está, aún más pronunciadas entre personas mayores sanas y pacientes con otras comorbilidades.
No existen muchos estudios específicos que aborden los efectos de las enfermedades y afecciones de las personas mayores en la prueba 6MWT. Un estudio que investigaba la obesidad encontró una correlación inversa significativa entre la distancia caminada y la velocidad, y una correlación positiva con la gravedad de la disnea y el dolor musculoesquelético [10]. Otro estudio analizó el impacto del deterioro de la fuerza muscular en la distancia caminada en la prueba 6MWT [11]. Sin embargo, otros estudios han examinado los efectos de las afecciones de carácter cardiopulmonar, que, como cabía esperar, tienen el impacto más significativo [12]. En relación con estos últimos, debemos señalar otra aplicación útil de la prueba 6MWT: la identificación de personas que podrían beneficiarse especialmente del método de tratamiento conservador más conocido.
Las ventajas del ejercicio físico guiado en las personas mayores son numerosas y están bien documentadas. La pérdida de fuerza, masa muscular y densidad ósea, un factor clave del proceso de envejecimiento, puede mitigarse o, incluso, revertirse (hasta cierto punto) con la práctica de ejercicio de forma habitual [13-16]. Lo mismo ocurre con las ECV: el ejercicio regular está asociado a un menor riesgo de enfermedad arterial coronaria (EAC) y accidente cerebrovascular (especialmente, accidente cerebrovascular isquémico) [17, 18, 19]. Por último, el ejercicio es beneficioso como medida preventiva contra la demencia y para retrasar un mayor deterioro cognitivo en aquellas personas que ya sufren estos problemas [20, 21].
No obstante, la capacidad física de las personas mayores varía considerablemente de unos individuos a otros, y algunos presentan enfermedades que impiden o limitan ciertos tipos de ejercicios. Existen diversos métodos para identificar a estas personas, pero pocos resultan tan prácticos como la prueba 6MWT, tal como demuestra el exhaustivo estudio en el que participaron 156 residentes de una comunidad de vecinos de edad avanzada [22]. Los investigadores estudiaron la asociación entre las distancias caminadas en la prueba 6MWT y el estado de salud, y hallaron una importante correlación: un peor estado de salud se traducía en una menor distancia caminada [22]. Asimismo, la prueba 6MWT resultó ser muy útil a la hora de estratificar en grupos a los sujetos que se sometieron a este ensayo en función de su capacidad funcional [22]. Dicha categorización puede utilizarse posteriormente para elaborar directrices de ejercicio físico para aquellas personas menos capaces o con discapacidades específicas [22].
La prueba 6MWT es una herramienta versátil y completa para evaluar la capacidad física de las personas mayores y, por lo tanto, es ideal para identificar a aquellos individuos que se beneficiarían de instrucciones especiales para realizar ejercicio o que necesitarían un régimen de ejercicio guiado.